Pequeños gránulos de plástico, aparentemente insignificantes, podrían estar desencadenando una crisis ecológica masiva. Cada año, millones de toneladas de estos gránulos se filtran al medio ambiente durante la producción, el transporte y el uso, lo que representa graves amenazas para los ecosistemas acuáticos. Conocidos como "nurdles" o "gránulos de plástico de preproducción", estos materiales industriales se están convirtiendo cada vez más en un punto focal de preocupación ambiental global.
Los gránulos de plástico, también llamados gránulos de plástico de preproducción, sirven como materias primas para la fabricación de diversos productos plásticos. Estos pequeños gránulos, típicamente de 2 a 5 milímetros de diámetro, consisten en polímeros (aproximadamente el 90%) y aditivos químicos (aproximadamente el 10%). La producción mundial alcanza de 300 a 400 millones de toneladas anuales, con más del 80% compuesto por seis polímeros principales: polietileno de baja densidad (LDPE), polietileno de alta densidad (HDPE), polipropileno (PP), tereftalato de polietileno (PET), poliestireno (PS), poliestireno expandido (EPS) y cloruro de polivinilo (PVC).
Sus formas y colores distintivos los hacen fácilmente identificables en los esfuerzos de monitoreo ambiental.
Las fugas de gránulos ocurren a lo largo de la cadena de suministro, durante la producción, el embalaje, el transporte, la conversión y la distribución. El embalaje suele implicar bolsas de 25 kilogramos en palés, cajas de cartón octogonales de 500-1300 kg (Octabins), contenedores flexibles a granel intermedios de 500-1000 kg (Big Bags) o almacenamiento en contenedores y silos. Los métodos de transporte incluyen carretera, ferrocarril, mar y aire; cualquier manipulación incorrecta puede provocar derrames.
Durante la conversión, los gránulos entran en extrusoras térmicas o máquinas de moldeo por inyección para crear productos. La manipulación inadecuada durante la descarga, el almacenamiento, la mezcla, el secado o la carga puede causar pérdidas. Los distribuidores que compran gránulos a granel para revenderlos a los convertidores también corren el riesgo de fugas.
La Agencia Europea de Medio Ambiente Eunomia estima que entre 16.888 y 167.431 toneladas de gránulos se filtraron en Europa durante 2018 debido a errores operativos. Estos gránulos entran en los ecosistemas acuáticos, volviéndose omnipresentes en las zonas costeras y los ríos.
Los accidentes también causan grandes derrames. En 2021, el buque de carga MV X-Press Pearl se hundió frente a Sri Lanka, liberando 11.000 toneladas de gránulos y devastando los entornos locales.
Ninguna regulación internacional o europea aborda específicamente las pérdidas de gránulos en las cadenas de suministro. Si bien algunos países europeos han implementado medidas, la supervisión sigue siendo inadecuada.
Las regulaciones de transporte clasifican la mayoría de los gránulos como "no peligrosos", excepto los gránulos preexpandidos (clasificados como "mercancías peligrosas diversas" debido a las emisiones de pentano inflamable). Esto los exime de los estrictos convenios marítimos internacionales (MARPOL, HNS) con respecto al embalaje, el etiquetado o la documentación.
Se ha instado a la Organización Marítima Internacional a abordar este problema, pero el progreso sigue siendo limitado.
Los gránulos poseen propiedades sólidas, persistentes, insolubles, no emulsionantes, no dispersantes, no volátiles, no biodegradables y no adhesivas. Su baja densidad los mantiene a flote, lo que permite el viaje a larga distancia a través de las corrientes de agua y el viento, incluso a través de las fronteras.
En tierra y playas, el viento, las mareas y la escorrentía extienden los gránulos a las vías fluviales o los atrapan en la vegetación. El tráfico peatonal y las fuerzas naturales pueden enterrarlos a docenas de centímetros de profundidad en sustratos blandos.
Los gránulos amenazan los ecosistemas de tres formas principales:
Si bien los estudios de laboratorio demuestran estos impactos, los datos socioeconómicos del mundo real siguen siendo escasos. Sin embargo, la contaminación por gránulos probablemente afecta a las economías locales a través del cierre de playas, la prohibición de la pesca, las interrupciones de la acuicultura y la degradación estética.
Cuatro técnicas principales abordan los principales derrames de gránulos:
Los esfuerzos de limpieza demuestran ser efectivos cuando las observaciones superan los 150 gránulos/m² (después del MV Rena, Nueva Zelanda), los operadores recolectan más de 50 g diarios (después del MSC Susanna, Sudáfrica) o más de 500 ml diarios (después del Trans Carrier, Noruega).
El Ministerio de Transición Ecológica de Francia nombró a Cedre para supervisar el monitoreo nacional de basura costera y de vías fluviales, colaborando con más de 40 socios. Como Centro de Documentación, Investigación y Experimentación sobre la Contaminación Accidental del Agua, Cedre proporciona soluciones técnicas para la contaminación por gránulos.
La contaminación por gránulos de plástico presenta un desafío global complejo que requiere una acción coordinada. El fortalecimiento de las regulaciones, la prevención de fugas, la mejora de las tecnologías de limpieza y el aumento de la conciencia pública son esenciales para salvaguardar los ecosistemas marinos para las generaciones futuras.
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